Esta entrada es algo corta, pero
tenía que dejar mi impronta sobre un tema bizarro (en el sentido anglosajón y
galo) que me llamó la atención y es, que con toda la parafernalia alrededor del
saliente papa Ratzinger, estuve leyendo todo tipo de publicaciones, de las
cuales destaco una idea que no creí que siguiera vigente hoy en día: se
preguntaba un columnista en un periódico ¿con la salida del papa, sigue aquella
idea de la infalibilidad en éste?
Para empezar definamos que es
infalibilidad. Según la RAE, este adjetivo indica que el sujeto “no puede errar”
y por tanto, sus actuaciones se encuentran dentro de un marco “Seguro, cierto,
indefectible”. Luego de observar esta pregunta (de connotaciones parecidas a la
de cuál era el sexo de los ángeles), pensé ¿qué demonios hace creer a ciertas
personas que un ser humano puede ser indefectible? Porque lo cierto es que la
historia nos ha mostrado que hasta los hombres tienen inmersa dentro de su
calidad humana ese elemento error, del que no se salvan ni el símbolo del
cristianismo Jesús.
Frente a la anterior pregunta, el
portavoz de la Iglesia Federico Lombardi dijo (cuando fue cuestionado por lo
mismo) “La teología enseña que hay situaciones, que son excepcionales, en
las que se puede hablar de la infalibilidad del Papa, pero la infalibilidad
está conectada con el ministerio petrino, que es un servicio especial a la
Iglesia, no a la persona que ha renunciado al papado”. Así que además del
pontificado, créase o no, a Ratzinger también se le termina la infalibilidad”.
Esta respuesta
en lugar de “darme tranquilidad”, me dio una imagen un tanto peor de la Iglesia
como de sus teólogos, porque siguen creyendo que el tipo que llega al solio de
San Pedro es un ciudadano lleno de virtudes y de grandes pensamientos, razón
por la cual han tenido gobernantes tan magnánimos como Juan XXIII (busquen las
relaciones con los nazis para que sepan las templanzas de sus actos) o Esteban
IV (famoso por empezar el justísimo juicio a Formoso).
En lugar de
estar discutiendo cosas tan fútiles como aquellas, la Iglesia debería buscar la
forma de recompensar a todas aquellas víctimas de sus actos, a todos los niños
violados por sacerdotes que no vieron a éstos cumplir pena alguna por sus culpas,
a todos los intelectuales que quemaron, a todos los libros que también pasaron
por la pira, a todos aquellos que apedrearon, mataron con la espada,
torturaron, escupieron, deshonraron y en fin…a todos aquellos a los cuales de
manera directa o indirecta lastimaron. Y no he terminado, la Iglesia debería
pedirle perdón a la sociedad por legitimar la prohibición al aborto, que ha
llevado a que varias mujeres mueran bajo el cuchillo de algún carnicero que les
ha tocado contratar por no ser legal esta práctica y también por legitimar la
prohibición de la eutanasia, porque no le permiten a una persona con una
calidad de vida ínfima poder morir en paz.
La Iglesia en lugar de seguir con
moralismos estúpidos y seguir propugnando la unión de la moral y el derecho,
debería dedicarse a cambiar sus ideas reaccionarias para poder entender que el
concepto de vida, va apegado al de calidad de vida, que significa que el niño que
viene en camino merece buena vida y que el aborto debe ser legal en todos los
casos (que no siempre significan el pensamiento políticamente correcto de una
niña violada, sino también el de situaciones más cotidianas como la de dos
estudiantes que tuvieron relaciones sexuales y generaron un embrión por algún
error o por irresponsables), puesto que he visto que de los embarazos no
deseados, salen los padres frustrados, que le dan una existencia horrible a las
pobres criaturas.
De igual forma, una persona que
considere que su vida ya no puede seguir, también merece que le den fin a su
vida para poder descansar de una existencia poco melindrosa llena de
sufrimiento y dolor. Ah, por cierto, antes que se me olvide, ¿por qué será que
aquellos que defienden la prohibición del aborto están a favor de la pena de
muerte? No sé.
Pero qué se le hace. Si todavía
siguen discutiendo sobre la infalibilidad de un humano, no creo que vayan a
querer tomar una postura mucho más “humana” sobre la vida humana (disculpen la anáfora).
Imagen tomada de: http://oehd.files.wordpress.com/2013/02/papa-ratzinger-si-dimette-51.jpg
En los últimos días, retomé mi lectura de las Cartas de Cortázar, que fueron recopiladas en cinco tomos, de los cuales sólo han llegado tres a Colombia. Del primer tomo que terminé de leer dos semanas antes de volver a Bogotá, tenía varias cartas que quería compartirles por la estética formal tan bonita que el cronopio mayor le dio a su correspondencia y a sus mensajes de fondo tan interesantes sobre la creación literaria (en especial de cuentos y traducciones) y la vida. Sin embargo, aquel libro lo dejé en mi ciudad de origen, por lo cual no podré compartirles las cartas que tanto quería mostrarles a través de este blog.
No obstante lo anterior, me permito compartirles un no tan largo, pero bello fragmento, de una extensa carta enviada por Cortázar a su amigo Eduardo Jonquieres, el día 27 de agosto de 1955, la cual inicia "Ayer cumplí cuarenta y un años. Je vienes d'avoir trente ans (si mis pequeños conocimientos de francés no me traicionan, esto quiere decir "vengo de tener treinta años") decía Jean de la estrella en un hermoso poema que has de recordar..."
No la copio toda porque es de verdad extensa (y el tiempo, como lo vengo repitiendo desde el año pasado, no ha sido mi amigo), pero aún así la parte que les comparto me parece hermosa y por eso se las comparto.
...No creas que ignoro el fondo de bondad hasta excesiva que hay en ti; lo que me espanta un poco es tu resuelta tendencia a disimularla, a mostrarte mucho menos espontáneo de lo que podrías ser. Creo que sólo al final —así tenía que ser— te medí de nuevo en toda tu admirable calidad humana. Aludo a la noche anterior a tu viaje a Córdoba, cuando cenaste con Aurora y conmigo, y charlamos largas horas. En ese instante eras lo que quizá deberías ser siempre con los demás; permíteme que ahora me aparte a un lado, y te deje frente a los otros. Si me he elegido como interlocutor en esos "ejemplos" era porque sólo así podía darte una idea de mis reacciones. Ahora pienso en ti frente al resto de la gente. ¿Qué razón fundamental tienes para estar divorciado de tu mujer o de tus amigos o de tus hijos o del Papa? ¿Qué razón puede haber sino ese encastillamiento obstinado, esa celosa resistencia a las ofensivas del mundo? Al mundo no hay que resistirle, lo que hay que hacer es elegir bien el mundo que uno prefiere y al cual hay que darse; y a ése, ah, a ése hay que darse a fondo, como cuando se nada o se duerme o se quiere. Y yo me temo (dime si me equivoco, porque todo esto puede ser falso) que tu vieja rebelión de niño contra tu amdre y tus hermanas está envenenándote el presente sin razón valedera.
Ya ves que no aludo, no quiero aludir a la razón central de tu infelicidad, que es en realidad el tema de buena parte de tu carta. No quiero porque aunque admita su existencia, y me duela tanto, si has de salir del pozo, en volver hacia atrás, rehacer tu vida en un largo examen, descubrir sin engaño posible los errores, y luego, instalado en tu presente, y sin renunciar a él, dar la batalla. Y esa batalla se dará en ti y fuera de ti, y puedes ganarla. Las soluciones extremas y románticas (la pobreza, el salto del charco, la renuncia a las obligaciones sociales) tienes que descartarlas de entrada. Si no puedes ser Van Gogh, ¿quién te impide ser como Picasso? Si no puedes ser Vallejo ¿por qué no vivir como Válery? No insistas en viajar a Marrakesh, como a los diecisiete años. La vida te ha probado que no eres para eso. ¡Y en cambio eres para tantas otras cosas, igualmente ricas, igualmente hermosas! En lo que creas que debes abrirte paso, sé inflexible: nadie debe impedírtelo. Si entiendes que necesitas seis horas por día para pintar, es necesario, absolutamente necesario que las encuentres. No digas de entrada que es imposible; y tampoco exijas que sean doce o dieciocho horas. Confórmate con seis, pero ésas gánalas. Niégate a las pequeñas cosas parásitas que nos van robando las grandes. Búscate otro trabajo, sin apurarte y sin ponerte frenético porque no aparece en seguida. ¿Acaso lo has buscado de veras? Supón que realmente llegas a la conclusión de que sólo saliendo de la Embajada tendrás una base para alcanzar cierta paz; en ese mismo instante tienes que ponerte a buscar, y sé que encontrarás...
...Te voy a decir algo muy duro: creo que hasta ahora juegas a no tenerte lástima (Escribiendo por ejemplo un larguísimo diario donde no te tienes la más mínima lástima, salvo que el hecho de escribirlo muestra de sobra que te la tienes, y cuanta); y me aprece que es hora de que empieces a no tenerte lástima de veras, es decir que renuncies a ese narcisismo a contrapelo que consiste en escupir el agua donde se refleja tu cara. Acepta tu cara, el día que sea como tú la quieres.
4.1. Cátedra Interamericana Carlos Fuentes. Arturo Fontaine, Sergio
Ramírez y Luisa Valenzuela en conversación con Rodolfo Mendoza
El sábado fue el último día de
Hay Festival para mí, por lo que me la pasé en la playa y en la piscina toda la
mañana disfrutando de un sol que ya veo lejano. La fila para esta conversación
fue pequeña y por ello, logré obtener un puesto en la parte de adelante cerca a
los conversadores.
Cuando entraron a escena, fueron
recibidos por tímidos aplausos provenientes de las palmas de las manos de la
gente que quería de una u otra forma, saber más sobre ese gran coloso de las
letras mexicanas (o mejor, de la literatura latinoamericana) llamado en vida
Carlos Fuentes. Si bien esta no era la conversación más atractiva de la hora,
quise ir, como un pequeño acto de respeto sobre ese viejo maestro que se fue.
La conversación inició con la
presentación de unas fotos de Fuentes tomadas por Daniel Mordzinski, en el que
se le veía al escritor desde varias perspectivas, mostrando su porte y
elegancia, criticada después de su muerte por ciertos escritores sobrevalorados
y envidiosos. Luego de las fotos, el moderador tomó la palabra diciendo que
Carlos Fuentes tuvo diferentes intereses como la literatura y la política.
Luisa Valenzuela le siguió, diciendo que cada novela del laureado escritor
mexicano era un universo total. Comparó a Fuentes con un hombre del
renacimiento, puesto que éste sabía de muchas disciplinas y comparó su obra con
la de Balzac, donde se observan historias de todo tipo que nos ilustran sobre
la sociedad de aquel tiempo.
Sergio Ramírez tomó la palabra y
dijo que Fuentes buscaba un universo balzaciano en el que una novela se
relaciona con la otra. Fuentes buscaba que las aguas de la historia se mezclaran
con las de la novela y crearan una buena historia de ficción. Además consideró
que el mexicano veía el poder a través de la historia de América Latina.
Arturo Fontaine siguió con el
hilo narrativo de la conversación diciendo que su primer contacto con Carlos
Fuentes fue en el colegio cuando lo pusieron a leer Aura. Según él, la historia
en Fuentes no está en el pasado sino el pasado está en el presente. Además
considera a Fuentes un gran cuentista.
El moderador tomó la palabra y
dijo que Fuentes siempre fue generoso con los escritores nuevos y en tal
sentido, siempre estuvo inquieto por todo lo que sucedía alrededor de la
literatura. Además de lo anterior, considera que el escritor mexicano nunca
tuvo miedo de decirles a los políticos la verdad en la cara, como ocurrió en el
caso de Peña Nieto. Ahí intervino Luisa Valenzuela diciendo que Fuentes era un
hombre muy democrático, que si bien nunca aspiró al poder, siempre opinó del
mismo. Para Fuentes, la mejor manera de hacer política era escribir ficción y
citó un par de anécdotas sobre el escritor.
Sergio Ramírez inició su
intervención diciendo que el derecho no es ajeno a la literatura (lo decía como
abogado que es), ya que al estudiar leyes, uno va aprendiendo que lo dictado en
el código civil es preciso y las palabras cobran gran relevancia. Para ello,
citó a Stendhal, quien alguna vez recomendó a los aprendices de escritores leer
el código civil. Volviendo al tema de la política, recordó que Fuentes criticó
a Bush, porque el mexicano criticaba todo los abusos y todas las cosas malas
que veía. Fuentes era uno de los pocos escritores latinoamericanos oídos en
Estados Unidos y la razón de que no hubiese entrado al poder es que de haberlo
hecho, habría perdido su independencia crítica.
Arturo Fontaine siguió con la
palabra diciendo que en Fuentes había una fe en la deliberación pública, ya que
sospechaba que el poder era más impotente de lo que imaginábamos y en tal
sentido, Fuentes pensaba con la imaginación.
Luego de aquella primera parte,
los escritores intentaron hacer un retrato de Carlos Fuentes en base anécdotas
que conocían de primera mano cómo amigos del escritor.
4.2. David Grossman en conversación con Jonathan Levi
Nota: Voy a sintetizar los hechos
tanto en esta como en la última conversación, ya que no tomé notas y estoy con mis
confusas remembranzas que se confunden con varios de los ensayos del escritor
israelí. A esta conversación como dato adicional, también asistió Mario Vargas Llosa.
En su conversación, Grossman
inició hablando de cómo se convirtió en un escritor luego de haber prestado el
servicio militar, su relación con la literatura, como ésta le ayudó a superar
la muerte de su hijo e hizo un paralelismo entre la situación colombiana y la
israelí, diciendo que los dos eran unos pueblos sobrevivientes, que habían
pasado por guerras y seguían vivos a pesar de sí mismos. Dijo también que el
problema del pueblo israelí era que había aprendido a ser sobreviviente pero no
a vivir y que no debería ocupar forzadamente territorios palestinos, sino
debería llegar a un acuerdo con ellos para poder compartir un territorio y dar
fin a una guerra eterna de dos pueblos que tienen más cosas parecidas que
diferentes.
Además de ello criticó el idioma
que utilizan algunos medios para referirse a conflictos y situaciones que
ocurren dentro del mismo, ya que el idioma ha servido como arma para ablandar
situaciones graves y engravecer situaciones no tan graves. Para Grossman el
eufemismo no es bueno y las palabras cuando se hable de conflicto y de acciones
bélicas deben ser exactas, ya que de lo contrario se estaría actuando mal en
favor de algún bando. Por eso, conforme a uno de los ensayos que escribió en escribir en la oscuridad, invitó (con
tono de exhortación) a los medios que utilizaran las palabras precisas para
denotar la realidad en lugar de crear mundos no existentes.
(A continuación sigue un fragmento
poco importante, que no quise releer o corregir después de leerlo. Si quiere
conocer simplemente peripecias del Hay Festival siga de largo estos párrafos
siguientes hasta que indique que finalizó la parte banal y fácilmente evitable).
Como plus adicional y a modo de exorcismo propio,
les cuento que luego de la conversación hice un oso al bajar a la firma de
libros, ya que cuando llegó la hora de que me firmaran el mio, le dije “Hello
Mr Grossmann”, él me respondió el saludo de manera amable y queriendo hacer lo
que había hecho con otro escritor antes, le quise decir a modo de pregunta
“¿por ahí leí que usted es el mejor escritor israelí de la actualidad, es eso
cierto?”, pero por los nervios y mi mala pronunciación dije algo así como
“i…read…sorry,read (la pronunciación cambia en pasado) that youa…best
writer…Israel…”, inmediatamente él me dijo “sorry, i don’t understand you” y le
creo, porque ni yo mismo lo entendí. Intenté repetirle lo mismo pero dije fue
como “usted es el mejor escritor de Israel”. Él me miró con ganas de reírse
pero se guardó la burla para sí y me dijo de manera amable, “ok, that’s ok”.
Unas señoras que estaban al lado mio se rieron y dijeron “a ese niño no le
entiende nadie” y varias de las personas al lado mío se burlaron con toda
razón. Por ello fue que al finalizar de firmar los libros le dije “thank you” y
salí corriendo, queriendo esconderme entre la multitud.Ello me llevó a recordarme que tengo pésima dicción
(en cualquier idioma que se hable y no sé si sea por enfermedad o por el hecho
que me relaciono con muy poquita gente y casi que las únicas ocasiones que
tengo para hablar con alguien es cuando me llama mi mamá o cuando almuerzo por
ahí y pregunto ¿cuánto es? Sí, tengo una vida insulsa, sin sabor, aburrida,
casi parecida a la que tiene una persona en un ataúd, pero creo que no importa,
igual algo se intenta hacer, así sea escribir en un blog en el que pocas
personas llegan por casualidades azarosas. En todo caso traigo esto a colación,
porque creo que en todo, se me pegó ese bicho del Hay de ser sociable, de
cruzar dos o tres palabras con personas desconocidas, llevando como
consecuencia el ridículo al que se ve enfrentado el ser humano todos los días
de la vida. Creo que con la acción que antes les acabo de comentar, me quedo
sin autoridad moral de acusar al gobernador de Bolivar y el alcalde de
Cartagena por sus acciones en el conversatorio de Vargas Llosa. No soy mejor
que ellos, antes creo que peor, porque ellos hacían un ridículo por quedar
bien, pero yo…ni por quedar bien, sólo por ser un idiota solitario que cuando
intenta ser sociable se ve todavía más idiota. En fin, son cosas personales que
llegan al blog por esos azares por los que usted, querido lector (si existe)
llegó acá. Siento si le hice perder el tiempo con estos tres párrafos, por lo
que sigamos con el siguiente conversatorio.
(Fin del fragmento poco
importante)
4.3. Mario Vargas Llosa y Julian Barnes en conversación con Marianne
Ponsford
´
Luego de salir del desafortunado
acontecimiento personal con David Grossman, me encontré de frente con una
extraña masa de personas que se hacía llamar fila. Eso llevó a que se colaran
muchas personas que no estaban haciendo la fila como uno y bueno…ya se imaginarán
el mal trago que tuve que sufrir para entrar e ir al tercer piso para observar
una conversación magistral.
Luego de esperar un rato dentro
del auditorio, los escritores salieron a escena junto a Marianne Ponsford, la
directora de Arcadia. Como los dos ya eran conocidos por todos, las
presentaciones pasaron rápidamente para llegar al tema central del
conversatorio: Flaubert. Julian Barnes inició comentando sus apreciaciones
sobre el escritor francés, a quien consideró como uno de los primeros escritores
que se tomó en serio su trabajo y que hizo que la novela, que era considerado
un subgénero menor, se transformara en algo más grande grande. También
consideró que Flaubert sirvió como paradigma para que los personajes, dejaran
de ser muy buenos o muy malos, para convertirse en individuos con varios
matices.
Vargas Llosa siguió exponiendo
cuando fue que conoció a Flaubert y a Madame Bovary (a su llegada a Francia).
Expuso algunas de las tesis de Sartre sobre Flaubert —que pueden ser
encontradas en ese mamotreto llamado el
idiota de la familia— en las cuales intentó mostrar por qué el autor
decimonónico no era un buen escritor, pero al hacerlo, dejó en evidencia que el
autor de la Educación Sentimental era un genio.
Tanto Vargas Llosa, como Barnes,
hablaron de la influencia de Flaubert en autores contemporáneos (no por nada,
era uno de los autores preferidos de Kafka, Joyce y Proust, los representantes
de la literatura moderna), la novela a partir de Flaubert y todos los cambios
que se dieron con su aparición.
En una de las mejores
intervenciones de la hora (de la cual tomaron un video que dejo a disposición
de ustedes) Mario Vargas Llosa hizo una eximia defensa en favor de Emma Bovary,
diciendo que era un personaje como el Quijote, porque vivía metida en sus
ficciones, sus vidas no vividas, que la llevaron a cometer una serie de errores
al querer llevarlas a una realidad, en la que sólo existen mediocres y gente
que
no está a la altura de los personajes de su novela.
En el conversatorio se tocaron
otros temas, como la tentativa imposible (es decir, aquellos novelistas que
buscaron alcanzar la perfección), la correspondencia de Flaubert, la literatura
francesa clásica, entre muchos otros que me llevaron a estar una hora completa
siguiendo hierático y atento cada una de las palabras que pronunciaron los dos
grandes escritores.
Finalmente, se acabó la
conversación varios minutos después de lo presupuestado (cosa que agradezco
como espectador) y entre muchos aplaudimos a Mario Vargas Llosa y a Julian
Barnes por su eximia conversación. La mejor del festival y sin duda alguna, un
cierre grandioso que me hizo olvidar el mal trago que había tenido minutos
antes.
5. Epílogo
Voy a cerrar la anterior serie de
tres capítulos, primero que todo, con una disculpa para los lectores, puesto que
no fui tan detallista en esta última parte como con las primeras dos. Lo
anterior, debido a que no tomé muchas notas como las primeras veces y supongo
que el hecho de que hayan pasado muchos más días de mi llegada de Cartagena,
hace que ya no tenga el sentimiento festivalino en mis dedos que a esta hora
anotan estas palabras.
En todo caso, ¿qué puedo decir de
Hay Festival después de dos años acudiendo al mismo?
Bueno, lo primero es que es un
festival con varias caras: por un lado se dice que es un festival de la
cultura, pero por otro, nos encontramos con que gran parte del aura del Hay
Festival recae sobre las notas sociales, los cocteles, el debate en el Hotel
Santa Clara, las preguntas estúpidas del canal caracol y los elitismos representados en las puertas con carteles de reservado que
abarcaban prácticamente un piso o varias sillas del lugar (ver fotos que pongo
debajo del párrafo). Al respecto debo decir que si bien el Hay no es un evento
elitista en el sentido más puro de la palabra (porque cualquiera puede ir), lo
cierto es que el hecho de que los mejores puestos queden reservados para
patrocinadores y artistas hace que nosotros los ciudadanos de a pie estemos un
peldaño por debajo…pero qué se le hace, de alguna forma la organización tiene
que responderle a los que donan más plata que uno.
Los medio de comunicación que “informan”
sobre el Hay, dedican la mayoría de sus notas para contar que Policarpo
Procesalista se tomó una foto con Pepito Pérez, que en el concierto de Susana
Baca bailaron en la Heroica el famoso XXX y otra vieja o sino, se dedican a
mostrar las fotos de los escritores abrazándose y paseando por la Ciudad Histórica
de Cartagena. Esto ha hecho que al Hay Festival se le llame el “Play Festival”.
Por ello, pienso que si los
medios en verdad quisieran darle eco a la parte cultural de las conversaciones
(que es en sí, el supuesto eje central del Hay Festival), hablarían y hasta
analizarían lo dicho por los autores en sus conversaciones, en lugar de sacar
las fotos, las curiosidades y las frases más simplonas y banales que rozan con
la perogrullada tipo, vivamos sin violencia, la violencia es mala porque David
Grossman lo dijo, etc.
Por otro lado, dentro del Hay
Festival vi mucha gente que iba por la farándula, lo cual se notaba cuando
compraban libros porque el autor “había hablado bonito” o porque “si es nobel,
es bueno” (así me lo dijo una señora cuando le dije que los libros de Hertha
Müller no eran para cualquiera y que podían aburrir fácilmente a los lectores
ocasionales). Esa es la otra que vale la pena resaltar del evento: los libros. Estos
son muy caros y la librería nacional (que es la única empresa que tiene stands
en cada uno de los sitios donde hay conversatorios) trae las ediciones más
caras. Sin ir tan lejos, la novela gráfica de Gabo que tanto promocionaron,
valía 80 mil pesos. Además, el marketing se ve desde las conversaciones, en que
los moderadores invitan en las charlas una y otra vez a que “apenas salgan
tienen que ir a comprar este libro”.
Sobre los precios, sí es verdad
que es caro ir al Hay Festival (me gasté mis ahorros de tres meses trabajando
como abogado, que fue bastantico para alguien recién salido) ya que por
ejemplo, cada noche de hotel está entre 150 mil y 300 mil (en hoteles
relativamente baratos, en hostales vale 90 mil la noche). Las boletas están
cada una a 20 mil pesos y más o menos, uno va entre 4 o 5 conversaciones por
día, lo que se convertiría en 80 mil o 100 mil pesos día, que no todo el mundo
tiene. Esto siempre y cuando no incluya el pasaje en avión o bus (para los que
viven fuera de Cartagena), la comida (que como dije es cara), el agua para
hidratarse y en fin, todas aquellas pequeñas cosas que el cuerpo pide en la
ciudad. Por eso siempre veo con recelo las declaraciones de algunos escritores
snob, que dicen que la gente no va al Hay Festival porque es de baja cultura y
prefieren gastar su dinero en trago, ya que creo que son escritores autistas
que viven en una aristocracia a la que pertenece el 1% de la población o
simplemente, se las quieren tirar de cultos o de alguna vaina más.
Sin embargo, luego del pequeño
memorial de agravios, debo decirles que no creo que todo sea tan malo. El Hay
Festival genera la pequeña posibilidad para permitir que escritores famosos
vengan al país y que varios organizadores de ferias del libro pequeñas, puedan
acordar con los autores, visitas a otros eventos más pequeños en el país.
Además, gracias al Hay Festival, ciudadanos a pie como yo, no que no saben qué
es un coctel, pueden ver a autores y artistas que en condiciones normales sólo
conocemos por youtube o la foto puesta en su libro. Debo agradecer que las
mejores conversaciones tuvieran el mismo precio que las de más bajo rango, o si
no, no podría ir ahorcado al Festival.
También los he de felicitar por
su propuesta de que los estudiantes entran gratis (o más barato, no recuerdo
como era la vaina) y sus eventos alrededor de autores medianos y pequeños, lo
cual permite a otras personas que no tienen con qué entrar a una conversación,
poder entrar.
Como plus, debo comentar que el
Hay se creció este año, como consecuencia de que vino muchísima más gente que
el año pasado (fue mi impresión). Por tanto, viendo que el evento va en auge,
se deberían tomar mejores medidas de logística, para evitar el descalabro que
hubo luego de la conversación de Herta Müller o las distintas quejas que hubo
por parte de ciudadanos que tuvieron que quedarse por fuera o sentados en las
escaleras por los extraños acontecimientos. Por otro lado, me da risa que las
boletas dicen “prohibida la reventa” y las mismas vendedoras de taquilla lo
mandan a uno con los revendedores cuando se “agotan” las boletas. Deberían
pararle bolas a eso, porque vi que muchos eventos con “boletas agotadas” tenían
muchas sillas vacías produciéndome la duda de qué había pasado.
Me despido finalmente del lector que haya caído en
esta entrada, agradeciéndoles por haberme regalado minutos de su valioso tiempo
para leer este texto y bueno, no sé si vuelva el otro año a Hay Festival, pero
aquí les dejo mi pequeña historia en el evento de este año.